Murcia no
necesita inversores extranjeros para desmantelar nuestro patrimonio natural y
crear puestos de trabajo precarios, por no llamarlos directamente “trabajos
basura”. Murcia no necesita más pan y
circo. Murcia no necesita parques temáticos absurdos, que sólo sirven para
que la oligarquía local se enriquezca a base de corruptelas urbanísticas, y
para que el pueblo murciano se distraiga del verdadero problema que nos amenaza:
la dictadura de los mercados. No necesitamos que los murcianos se embrutezcan con
sugestivas promesas de prosperidad y prosaicos modos de entretenimiento. Que las
hienas se vayan con su dinero a especular a otra parte.
Murcia necesita inversiones serias para crear empleo de calidad en los diferentes sectores públicos. Porque los beneficios de este aborto neoliberal que tienen en mente las mentes preclaras que dirigen nuestra comunidad irán a parar, en su mayor parte, a manos privadas. Los murcianos no veremos nada más que las limosnas que nos puedan dejar los turistas que haya por alrededor, si es que viene alguno. Porque casi todo el dinero se concentrará en los centros de restauración y servicios que estén dispuestos dentro del parque. ¿O es que se piensa que van a ir al pueblo de Alhama a consumir? Este parque será como ir a un resort: entras y de allí no sales hasta que te no te hayas gastado el último céntimo de euro en chorradas de plástico importadas de China, que encandilan a nuestros infantes y púberes, con sus vivos y llamativos colores, sabores y texturas.
Pero
qué se puede esperar de una población que se encomienda cada cuatro
años a un partido que ha estado por la labor de crear una burbuja
inmobiliaria que ha provocado un descalabro económico a nivel mundial y
que el precio de la vivienda esté tan alto en este país que la gente no
pueda acceder a ella, saltándose a la torera el artículo número 47 de la
Constitución Española de 1978. O que es mejor apoyar una guerra ilegal,
no ratificada por la ONU para invadir el mayor criadero de opio del
mundo (Afganistán) y expoliar una de las reservas más grandes de
petróleo de oriente próximo (Irak).
Y la gente recibe a los inversores con alegría, como en la obra de Berlanga. “Esto creará trabajo; será una maravillosa oportunidad de expansión, una catapulta a la fama turística de la región”,
dicen los ilusos, que reciben con algarabía inusitada el vídeo
promocional de este engendro faraónico. No se dan cuenta de que están
abonando el terreno para que se instalen galeras en nuestra tierra; para
que un batallón de "seiscentoseuristas" se aliene al ritmo de los
tambores y las cadenas. ¡Qué gran idea hacer pasar penurias y carestías
al pueblo para luego hacerle tragar toda clase de porquerías! ¡Qué bien
estudiado tienen los apóstoles del neoliberalismo el síndrome de
Estocolmo!
Yo les digo a todos ellos: Vuestras
esperanzas son en exceso peregrinas. Equiparables a confiar en que el
aparato vibrador que os ofertan en la teletienda realmente os ayudará a
reducir el abdomen. Os quieren vender, y vosotros andáis prestos a
comprarles, la imagen de una arcadia feliz, donde el dinero aflorará
entre los adoquines, y todo será tan maravilloso e idílico como nunca lo
fue antes.
También
hubo en su día un megaproyecto urbanístico entorno a la Nueva
Condomina. Y ahora por haber hay un edificio blanco y verde aislado de
todo y de todos. Eso es lo que queda del megaproyecto, amén de un
estadio de fútbol asediado por las irregularidades con el Ayuntamiento, y
multitud de negocios arruinados; cientos de personas trabajando a
destajo, sin pagarle horas extraordinarias, y cobrando una miseria,
pudiendo ser indemnizados con otra si los despiden. ¿Ese es el futuro
que queréis para vuestros hijos? No, ¿verdad? porque sois tan ingenuos
que pensáis que allí sólo trabajará la chusma sin estudios, que
casualmente no será de vuestra familia. Serán "los otros". Cuando sea
vuestro hijo o hija la que trabaje ocho horas en un McDonald’s o en un
H&M y los despidan a las primeras de cambio en cuanto la cosa se
tuerza un poco, entonces lloraréis.
No
confundamos el culo con las témporas. Seamos inteligentes. No se trata
de echar por tierra cada inversión privada que se proyecte en nuestra
región. Se trata de impedir "malas inversiones", como esta. Estos
parques temáticos han resultado ser, si repasamos sus cifras históricas,
un fiasco de negocio. Y más si tenemos en cuenta que ahora mismo la
demanda de consumo es paupérrima a causa de una crisis sistémica a nivel
mundial. Hacer un parque de estas dimensiones, con semejantes proyectos
de infraestructuras adosados a él, es tirar el dinero por el retrete.
¿De verdad se piensa que acudirá gente del extranjero a visitar este
complejo cutre y hortera? Antes se irán a Disneyland Paris, o a Port
Aventura, que están mucho más consolidados. Hay exceso de oferta de
parques temáticos para tan poca demanda en la zona de Levante. Pero no, claaaroo...
es mejor irse a pasar el día en este complejo de ocio, que tener
hospitales, escuelas infantiles y bibliotecas públicas... claro. Es
mejor dejar de ofrecer ofertas de empleo público a opositores y asignar
ayudas de dinero público para que el parque de los cojones funcione.
Empiezo a pensar que lo peor de Murcia… ¡son los murcianos!
Manuel G. Sesma
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